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Laura Vázquez

Cien años de soledad de Gabriel García Márquez

El mundo en que vivimos es inspiración para la literatura, pero también la literatura trastoca la vida de las personas hasta volverlas locas, como el caso de "El Quijote", por ejemplo. Hoy en día, el auge de las plataformas de streaming y las redes sociales han hecho realidad la ficción: pronto podremos viajar a Colombia y visitar Macondo, el escenario ficticio de "Cien años de soledad". Habría que leer esta novela para entender la fortaleza de una narrativa accesible al público en general que relata la vida de Aureliano Buendía y siete generaciones. Te será más fácil leerla con un cuaderno a la mano en donde vayas anotando los nombres de los familiares y la forma en que se van relacionando unos con otros.

Gabo, como muchos lo conocieron, fue gran amigo de Vargas Llosa con quien tuvo sus desencuentros porque andaban en líos de faldas según relata Jaime Brayly en su novela "Los genios" y considero que la literatura de ellos tiene convergencias que nos ayudan a comprender nuestro espíritu latinoamericano.

La genialidad de Gabriel García Márquez radica en su pluma ligera, no en valde fue periodista de profesión nata y destaca la perspicacia para institucionalizar el realismo mágico como una corriente épica del boom latinoamericano. Si quieres leer historias fantásticas que pasan todos los días en nuestra cotidianidad y que se repiten en ciclos a lo largo de los años, entonces, este libro es para ti:

«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo».

El peso literario de la construcción de personajes, al igual que en Dostoievsky, o Mario Vargas Llosa, logran fascinar al lector y sentirlos tan vivos y cercanos a nosotros, a diferencia de Cortázar que se enfoca en el uso de la técnica del lenguaje desde el punto de vista gramático y retórico -construcción de metáforas, retruecanos, palíndromos, etc.-

Este escritor nobel, que vivió muchos años en México, nos entrega una novela plagada de milagros, obsesiones, incestos tragedias, adulterios, rebeldías y mucho más que le merecen pronto un espacio físico en su terruño nativo. ¿Cómo lo logra? habría que leerlo para dar una respuesta de ponga nuestra propia mirada en Macondo.

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